¿Queréis conocer la verdadera historia de Alice Harper? ¿De verdad queréis saber todo lo que sucedió aquella Navidad de 2054?
Pues no lo dudéis. Habéis dado con la «persona» adecuada. Conozco, de primera mano, todo lo que se puede contar sobre Alice Harper y su familia. He trabajado para ellos desde mi activación y mi memoria ha ido almacenado día tras día, año tras año, la vida de los Harper. Robert, el padre, Isabella, la madre, Alice, la hija, y Víctor, el pequeño de la casa. No me digáis más. Lo sé. Os estáis preguntando quién soy yo realmente. Pues ahí va.
Me llamo Arthur y soy un androide alfa de la serie RKM-51. Sí, por supuesto, dotado de las últimas actualizaciones en inteligencia artificial. En mi caso, hablaría incluso de inteligencia emo- cional. Para que no haya ninguna duda, hago una aclaración: no siento de la forma en que lo hacen los humanos y tampoco tengo sus complicaciones sentimentales, pero, a veces, dudo de que sea así. Puede decirse que tengo la apariencia de un atractivo hombre de unos veintitantos años, de estatura media, delgado, musculoso, pelo castaño, ojos azules y con el sentido común de un androi- de correctamente programado.
Antes de mí, los Harper tenían una vieja máquina de la serie RHM-42. Al nacer Víctor, la familia llamó al holding CSComeron Enterprise y se la llevaron para desactivarla. Desde entonces, yo me he hecho cargo de la casa. Mejor dicho, controlo prácticamente todo lo que concierne a la vida de la familia. Podría decirse que soy el mayordomo perfecto. No quiero ser petulante, pero nada sucede sin que yo lo sepa y nada cuento sin la aprobación de ellos. La discreción ha sido siempre, recalco, siempre, mi primer lema. Sin embargo, lo que ahora nos ocupa es bien distinto. Desde luego que sí. La historia de Alice Harper debe ser contada y nadie mejor que yo para hacerlo.
Han sido muchos años viviendo juntos. Fui su compañero de juegos y luego su confidente, su agenda personal e íntima. Nadie de la familia conoce tantos secretos de ella como yo. Al final de cada día, Alice, mi chica, me iba dictando las notas para su diario, que yo guardaba en un archivo especial de mi memoria. Lo que no me contó entonces se lo escuché a otros miembros de la familia o a sus amigos. El resto, permitidme el atrevimiento, surge de la imaginación de este humilde androide que os promete una historia que no os defraudará. Eso sí, a pesar de lo dicho antes y de mi conexión con ella, intentaré no tomar partido en este relato que comenzaba días antes de esa Navidad de 2054, hace ahora cinco años.
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Carlos de Jorge Calvo 2023
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Martiago (Salamanca)